La observación profunda, constante y sincera es una de las mejores armas de las que disponemos para luchar por nuestras vidas en estos tiempos que corren. Hay momentos en los que es demasiado fácil sentirse desbordado ante unos horarios contrarios a nuestras necesidades, un sistema de competición y agresividad depredadora extendido hasta la vida en pareja, unos trabajos en los que o se desgasta al cuerpo en la obra o se lo atrofia en la oficina, unos estímulos mediáticos completamente alejados de los intereses de la especie… en fin, esto es el JCIBu señores.
En estos momentos en los que el substrato psíquico formado a base de los catecismos del JCIBu alimenta la sensación corporal de sentirse abusado transformándola en una neurosis sadomasoquista, la psique es especialmente vulnerable al ataque de la plaga emocional (hablando en los términos del señor Reich) y a sucumbir a la culpabilidad, autocompasión flagelante, etc. Es demasiado fácil continuar en este bucle en el que incluso tus propias estratagemas y argucias para disolverlo, eludirlo, romperlo, girarlo, pisarlo y abstraerlo están tan contaminadas como uno mismo, y por tanto no sólo son inútiles sino que también te hacen perderte aún más en él. Lo que permite la observación es que te facilita identificar pensamientos que desembocan en sentimientos de mansedumbre, amparados en ciertos catecismos. Pero ¿cuales son dichos catecismos sobre los que se asienta la base de la moral judeocristiana? Claramente no sean todos, pero los «Diez Mandamientos» me parecen el mejor ejemplo de catecismos explícitos por los que empezar ¡Esto tiene miga!
Lo que propongo es realizar un juego mágico consistente en leer e interiorizar los mandatos dictados por «el altísimo» y retener alguna de las impresiones que nos resuenen de ellos, para girarlos después mediante el más creativo de los usos de la imaginación en la elaboración de una Receta Mágica liberadora de su yugo. Veamos un ejemplo:
1º. Amarás a Dios sobre todas las cosas.
Resonancia: «La desviación de una capacidad natural e inherente al animal humano por todo lo que existe en este mundo hacia una entidad ficticia extraplanetaria»
Receta Mágica: «¿Dios? ¿Eso que es? ¿Se puede comer?»
2º. No tomarás el Nombre de Dios en vano.
Resonancia: «Censura en la libertad de expresión que impide la desmitificación y señala a los herejes”
Receta Mágica: «Me cago en Dios y en su puta madre (aquí tenemos un dos por uno)».
3º. Santificarás las fiestas.
Resonancia: «Censura y desviación de los ritmos y ciclos acordes a las necesidades humanas”.
Receta Mágica: «Normalmente no suelo acordarme ni del día de mi santo y además siento el más absoluto de los desprecios por aquellos a quienes se denomina «Santos».
4º. Honrarás a tu padre y a tu madre.
Resonancia: «Honrarás la tradición moral y a la sintaxis subsiguiente que tus padres te transmitan”.
Receta Mágica: «Me fui del lado de mi madre con 14 años, una de las cosas que le dije fue que «si no fuera porque es mi madre, tan siquiera sería mi amiga».
5º. No matarás.
Resonancia: «Permanecerás manso y pasivo por el resto de tus días y perderás el valor de lo que significa la violencia, la agresión, la ira y la necesidad de ello como parte de tu campo emocional”.
Receta Mágica: «No veas la velocidad a la que caen las moscas cuando no me dejan tranquilo, y además si tuviese aquí delante a cualquiera de los psicópatas que manejan el cotarro no tendría reparos a la hora de vaciar un cargador sobre sus cuerpos decrépitos».
6º. No cometerás actos impuros.
Resonancia: «Eres demasiado ignorante como para saber aquello que le viene bien a tu vida, no te preocupes que papá Jehová se encargará de decirte lo que puedes y no puedes hacer empezando por lo siguiente: te privarás de todo aquello que te cause placer”.
Receta Mágica: «Me masturbo a diario por supuesto»
7º. No robarás.
Resonancia: «Aunque estés privado de todo cuanto es tuyo por derecho, te morirás de hambre antes que cogerle a alguien que le sobra, y por ello no vivirás ahora en este mundo, sino en el Reino de Dios”.
Receta Mágica: «Me han diagnosticado cleptomanía de miradas, de gestos sutiles y perspicaces. Lo reconozco, soy culpable señor Cura».
8º. No dirás falso testimonio ni mentirás.
Resonancia: «Tras habernos encargado de reprimir todo en lo que alguna vez fue inocente y fluido en ti, cuando vuelva a ti el más ligero impulso de vida no tardes en avisarnos para volvértelo a castrar”.
Receta Mágica: «Miento a diario y además lo disfruto».
9º. No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
Resonancia: «Lo que incluye desde los tiempos en los que se escribió el Génesis la experimentación sexual de los niños, pues los genitales fueron considerados tabú desde que Adán y Eva comieron el fruto del árbol prohibido”.
Receta Mágica: «¡Qué se me ponga un culo por delante y verás…»
10º. No codiciarás los bienes ajenos.
Resonancia: «Pase lo que pase permanecerás siempre fiel a tu miseria hasta el punto de contentarte con ella”.
Receta Mágica: «Señor cura, no ha existido el día en el que no imagine una vida mejor, sea la que fuere y la tuviese quién la tuviese».
A continuación, una vez elaboradas e interiorizadas nuestras Recetas Mágicas, consumimos en el fuego lo que nació del fuego de la ira sagrada, ofreciendo a Gaia, a nosotros mismos y a todo lo que en definitiva nos rodea nuestros deseos sagrados e ilimitados por las ganas de vida.
Colaboración de JO