No hay talento sin reconocimiento, primero hacia dentro y simultáneamente hacia afuera.
Se hace necesario encontrarnos a nosotros mismos en los talentos más incipientes, más claros, aquellos que los demás nos reflejan en nuestras relaciones, para que al mismo tiempo «surjan» delante de nuestros ojos los talentos de los demás. Es como que si no me reconozco no soy capaz de reconocer a nadie.
Nosotros llevamos un par de meses tratando este tema y observamos que brotan como una necesidad para la reconexión con Gaia. Sentimos la absoluta complementariedad de todos y cada uno de los talentos, donde cada cual ofrece el suyo al resto, todos disfrutando de todos, un baile de talentos únicos entretejiéndose.
JM