¿Dónde estoy?

Hace casi cuatro años cree un blog que nunca llegó a pasar de esta entrada y otra. Hoy la he recogido aquí, pues era el punto de partida de un intento de exponer las cuestiones que llevaba dentro por aquel entonces. Aquí sigue vigente.


Nunca se sabe bien por qué hacemos esto o aquello otro. Lo cierto es que existe en mí una necesidad de expresar dónde estoy, como una cuestión imposible de realizar desde el principio. ¡No hay intención de ser nada desde aquí!

No se trata de poner por escrito, de un modo rígido, periódico y cerrado, las cuestiones que me acontecen en el día a día, eso me llevaría a lugares que no quiero visitar.

Dosis pequeñas, sin periodo, dejando que la sincronicidad encuentre un sentido específico, particular, único, abierto, sin orden aparente, y cercano (¡hoy!) al concepto que Gilles Deleuze y Felix Guattari exponen en Rizoma, introducción de su obra «Mil mesetas»:

[…] a diferencia de los árboles o de sus raíces, el Rizoma conecta cualquier punto con otro punto cualquiera, cada uno de sus rasgos no remite necesariamente a rasgos de la misma naturaleza; el rizoma pone en juego regímenes de signos muy distintos e incluso estados de no-signos. El rizoma no se deja reducir ni a lo Uno ni a lo Múltiple. No es lo Uno que devine en dos, ni tampoco que devendría directamente en tres, en cuatro o en cinco, etc. No es un múltiple que deriva de lo Uno, o al que lo Uno se añadiría. No está hecho de unidades, sino de dimensiones , o más bien de direcciones cambiantes. No tiene ni principio ni fin, siempre tiene un medio por el que crece y desborda.

Constituye multiplicidades lineales de n dimensiones, sin sujeto ni objeto, distribuibles en un plan de consistencia del que siempre se sustrae lo Uno (n-1). Una multiplicidad de este tipo no varía sus dimensiones sin cambiar su propia naturaleza y metamorfosearse.

Contrariamente una estructura, que se define por un conjunto de puntos y de posiciones, de relaciones binarias entre estos puntos y de relaciones biunívocas entre esas posiciones, el rizoma sólo está hecho de líneas: líneas de segmentación, de estratificación, como dimensiones, pero también líneas de fuga o de desterritorialización como dimensión máxima según la cual, siguiéndola, la multiplicidad se metamorfosea al cambiar de naturaleza. […]

[…] Un rizoma no empieza ni acaba, siempre está en el medio, entre las cosas, inter-ser, intermezzo. El árbol es filiación, pero el rizoma tiene como tejido la conjunción «y…y…y…«. En esta conjunción hay fuerza suficiente para sacudir y desenraizar el verbo ser. ¿A dónde vais? ¿De dónde partís? ¿A dónde queréis llegar? Todas estas preguntas son inútiles.[…]

¡Todo cambia! ¡Nunca somos la misma persona!

¿Dónde estoy?…

JM