¡Somos extremadamente inteligentes!

Lo creamos o no es así.  ¡Somos extremadamente inteligentes! Y si no que se lo digan a esta preciosa flor de abajo o a Jeremy Narby en este vídeo (La inteligencia en la naturaleza). ¡Todo es extremadamente inteligente!

Inteligencia natural b

Sucede que desde nuestro nacimiento, todos los mensajes que recibimos (todos desde el mismo lugar) nos dicen que son otros (los más cualificados, los más leídos, los que gozan de más estudios, …) los que tienen la cualidad de la inteligencia. Ellos son, por ejemplo, los que diseñan nuestras casas, descubren las leyes naturales, escriben las poesías inigualables o simplemente nos gobiernan bajo la excusa de que  nosotros no somos capaces de hacerlo.

Todo esto es un gran montaje para hacernos creer que no tenemos esa cualidad que antaño la denominaban Nous y que pertenecía a todo animal humano, tuviera los estudios que tuviera y desempeñara cualquier función en la sociedad. Ahora nos dicen que para ser inteligente tienes que hacer no sé qué estudios, pasar no sé qué filtros y cualquier asunto que se les ocurra. Para esta mierda de sistema, los animales humanos inteligentes son un reducido grupo que dispone de una cualidad otorgada por el malvado Ialdabaoth, el Demiurgo bíblico.

No es así, la cosa es mucho más sencilla. Somos extremadamente inteligentes y no vamos a admitir que nos quieran hacer pensar lo contrario. Ahora no hay tiempo para pensar de otro modo, las cuestiones que nos acontecen en la vida nos exigen sentirnos así, pues de lo contrario nuestro vivir se convierte en una rutina que deja un mal sabor de boca, el sabor de la inexistencia, del aburrimiento, del despropósito, de la desgana.

Abraham Maslow habla del complejo de Jonás en un artículo de noviembre de 1966. Copio algunos párrafos abajo, aunque en el enlace de arriba está el texto completo.

Frecuentemente se tarda media vida para que un individuo con talento creativo se ponga de acuerdo con su propio talento, lo acepte plenamente y se «suelte», es decir, que deje de ser ambivalente sobre su propio talento.

En nuestra sociedad, la persona superior aprende en general a ponerse un manto de camaleón de falsa modestia. O, como mínimo, ha aprendido a no decir abiertamente lo que piensa de sí mismo y de sus elevadas capacidades. En nuestra sociedad simplemente no se permite que una persona inteligente diga: «Soy una persona extremadamente inteligente». En nuestra sociedad, dicha actitud ofende. Se llama a esto vanagloriarse y, en general, suscita contrarreacciones, hostilidad e incluso ataques directos.

Así pues, una afirmación de la propia superioridad –aunque esté incluso justificada, sea realista y esté demostrada– se vive a menudo po­r parte de los demás como una afirmación del dominio del que habla y la demanda concomitante de subordinación por parte del que escucha. No es pues sorprendente que quien escucha rechace dicha afirmación y se vuelva agresivo. Este fenómeno parece común en muchas culturas del planeta. En consecuencia, el individuo superior se quita méritos a sí mismo para evitar el contraataque de los demás.

Yo cambiaría algo de Maslow. Él habla de un individuo con talento y yo digo que todos tenemos talentos; de personas fuertes y yo digo que todos somos fuertes por naturaleza, es inevitable serlo; habla de persona superior y yo digo que ya somos superiores cuando nacemos.

Y suscribo literalmente que en nuestras sociedad dicha actitud ofende. ¿Por qué ofende aquello que todos tenemos por el mero hecho de haber nacido? ¿Por qué se nos quiere hacer pensar que no somos capaces de organizar nuestras vidas en plenitud? Quizás para que no nos demos cuenta de que sí podemos hacerlo y de ese modo dejar de mirar a esos canallas como si tuvieran algo distinto de lo que todos tenemos. Parece que estamos asistiendo a un secuestro de todos nuestros talentos humanos por parte de una minoría de psicópatas hipnotizadores que han usado la PNL durante milenios, y siguen usándola tal y como lo hacían.

Inteligencia natural a

JM


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