Urgencia encubierta

Como la mayoría de cuestiones de la cultura actual, nos encontramos con la imitación de la realidad como estrategia de despiste. Se nos presentan acontecimientos completamente diferentes a lo que realmente está ocurriendo. Es una estrategia que se ha usado desde hace milenios y que ahora está completamente refinada: los medios de comunicación nos muestran un escenario muy distorsionado que no se ajusta en nada a la realidad, su objetivo es realizar una descripción desviada de la vida social, así como de la natural.

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Pan, el dios griego olvidado

Expongo un juego mental que arroja ciertos elementos y aclara algunos conceptos. Podemos imaginar que nuestra realidad es la consecuente a un gran cataclismo. Por ejemplo, un terremoto que no ha dejado nada servible de esta sociedad. Aquellos animales humanos sobrevivientes se encuentra con un escenario completamente aterrador donde lo importante es la supervivencia inmediata. Nadie piensa en recuperar lo perdido, simplemente existe la imperiosa necesidad de acometer las acciones necesarias para asegurar la existencia en cada momento.

Este escenario contrasta brutalmente con el que se nos presenta: una vida social donde todo está en su sitio; siempre podemos dejar para otro momento lo que el miedo nos dicte, esas necesidades imperiosas aplazadas después de haber sido aplazadas, sin fin ni espacio; no hay responsabilidad real con nuestro entorno social y natural, puesto que nuestra individualidad enferma nos aleja absolutamente de todo; no me gusta la carne, pero no puedo renunciar al buen jamón ibérico; el buen vivir del pasado ya no está de moda, nos han impuesto un modus vivendi artificial; mejor no pensar en la muerte, mejor no pensar en nada; todo se ha vuelto superficial, nuestro interior es débil y sin capacidad de dirigirse hacia algo valioso; la desorientación es tal que no somos capaces de avanzar más allá de los que nos dicen y que realmente nos imponen; todo son vagos ideales que no nos aportan ningún placer inmediato, siempre es aplazado para una vida más allá de la vida que se nos presenta continuamente delante de nuestra narices… vamos, un escenario mórbido y con una capacidad pobre de actuar en cada momento, los milisegundos han perdido todo su valor.

El juego propuesto es situarnos en un escenario que nos saque del adormecimiento cotidiano, que nos aparte paulatinamente de despiste. Las dos escenas desencadenan planeamientos distintos y por tanto actuaciones y hechos distintos. ¿Y si hubiera una urgencia encubierta? ¿Y si el paso del tiempo tuviera más valor del que le damos? ¿Y si nuestra existencia estuviera realmente en juego? ¿No actuaríamos de un modo distinto ante la mayoría de acontecimientos que nos suceden? ¿No tendría más valor nuestra vida, nuestras decisiones? ¿No trascenderíamos muchos de los caprichos a los que estamos acostumbrados, básicamente por no tener el valor de enfrentarnos a nuestros miedos?

Reconocer nuestro escenario como urgente se hace necesario para apreciar el verdadero valor de nuestra existencia. Se me ha acabado el tiempo de espera, el tiempo baldío paralizante, insulso.

Y para terminar, ¿y si el escenario real fuera el primero, muy bien endulzado para encubrirlo totalmente? ¿Acaso el segundo escenario no tiene las características del shock provocado por el primero, en el que apartar la mirada es la estrategia más usada? Puede que aquí encontremos algo que haga de nuestro vivir algo más intenso y fresco, y sin duda más real.

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Dibujo de Damian Klaczkiewicz

JM