Isesus

Hoy queremos presentar I-SE-SUS (acrónimo de Instituto de Sexología Sustantiva), codirigido por Joserra Landarroitajauregi y Rosa María MontañaLa claridad de argumentos y la ausencia de fronteras preestablecidas han sido los catalizadores para animarnos a traerlos aquí.

Sin duda, me encantaría tener la oportunidad de conocerlos personalmente para seguir con mi investigación (experimentación) personal sobre la reconciliación de los sexos, separados desde antes de estar presentes en este hermoso planeta.

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«ISESUS es la controversia en estado puro. La unión del  hombre y la mujer,  de lo azul y lo rosa, de la filosofía y la ciencia, de lo ideológico y lo pragmático, de toda una mezcla de conceptos y conocimientos al servicio de la ciencia de la Sexología»

«Consideramos que el mayor desafío que el siglo XXI depara a las democracias occidentales es la creación, consolidación e inculturación de un nuevo orden sexual que promueva la convivencia y cooperación entre los sexos».

Joserra y Rosa María

Me viene a la mente estas palabras de Wilhelm Reich:

Sólo el restablecimiento de la vida amorosa natural de los niños, adolescentes y adultos, puede eliminar del mundo las neurosis caracterológicas y, con ellas, la plaga emocional en sus diversas formas.

Copio abajo un texto de su web.

JM


 

A continuación les mostramos este cuestionario de la Revista PSICÓLOGOS (edición julio 2012); dicha revista pertenece al Colegio Oficial de Psicólogos de Castilla la Mancha.

‘V Jornada de Psicología y Sociedad’. ‘Sexualidad: afecto, deseo y comunicación’

1-. ‘Nuevas aproximaciones a la pareja’ es el título de la ponencia que compartió con los asistentes a la jornada de Guadalajara, ¿qué pretendía trasmitir? 

Quise ofrecer unas pocas reflexiones –que pretendí que fuesen: críticas, nutritivas y divertidas–  sobre ideas y máximas en torno al ser y vivir en pareja que, pareciendo benéficas, pueden ser perniciosas y sobre otras que, pareciendo perniciosas, pueden ser benéficas. Así, hablé alegóricamente de Boletus (feos y sabrosos) y de Amanitas (bellas y peligrosas). Nuestra cabeza está llena de falacias y creencias irracionales en torno al amor, la convivencia y la pareja. Por el contrario, apenas hemos producido conocimiento veraz que nos ayude a gestionar algo que es difícil: la «co-sexistencia»; o sea la existencia común y compartida entre seres sexuados.

2-. ¿Qué busca una pareja en la actualidad? ¿Cuáles son los principales problemas a los que se enfrenta en la terapia con parejas? 

Vivimos una era de crisis y transformación entre un mundo que se hunde y otro que aún no flota. Las relaciones –públicas e íntimas– entre hombres y mujeres no son como fueron y tampoco como serán. Para navegar en este tránsito apenas hay mapas. Los que hubo son inservibles. Tampoco estamos apenas cartografiando; y apenas difundimos los bocetos o planos que se están haciendo. En fin, que estamos bastante despistados.

Durante siglos, el matrimonio produjo progenitores que crean, crían y financian a su progenie; pero a partir del s. XVIII, el matrimonio fue erotizándose y «parejizándose» hasta llegar hasta nuestros días: un revoltijo complejo de «matrimonios parejizados» y «parejas matrimoniadas»; incluso «amatrimoniadas» y «desparejizadas». Hoy las parejas –en sus múltiples posibilidades– se forman, sobre todo, por amantes que pueden ser –o no ser–, también: progenitores, convivientes, gozantes, socios, heterosexuales,… Ahora sí, nuevos hechos requieren nuevas ideas.

3-. ¿Es cierto que la sexualidad está acompañada de desconocimiento, mitos y tabús? ¿Hasta qué punto se ha evolucionado? 

Es tanto nuestro desconocimiento que ni siquiera sabemos de él; quiero decir: no sabemos que no sabemos. Por ejemplo, el propio término «sexualidad», ya nadie sabe qué se está diciendo cuando se dice. Casi siempre quiere decir «intergenitalidad»; o sea, interacciones entre genitales. Sin embargo, la sexualidad habla de la cualidad de ser hombre y la de ser mujer. Hablamos de masculinidad y feminidad que, a su vez, ya nadie sabe muy bien qué es. Ni siquiera en lo más obvio. Pero estas cuestiones muy poco tienen que ver con los genitales o lo que con ellos se haga.

Sexualidad viene de un adjetivo: «sexual»; que, a su vez, viene de un sustantivo: «sexo». Sexus es –en latín– el participio de un verbo: «sexare», que quiere decir: cortar, seccionar. La idea es muy antigua (el propio Platón recoge un mito que ya era, hace dos mil quinientos años, muy antiguo): somos seres seccionados que nos anhelamos, nos buscamos y pretendemos la fusión primigenia. La pareja habla de este encuentro, de esta comunión, de esta fusión.

4-. ¿Por qué la sexualidad es tan importante para el individuo? 

Ya he dicho que sexualidad viene de sexo. El término sexo tiene hoy cuatro acepciones: condición, atributo, conducta e interacción; de lo cual tenemos un “sexo que se es“, un “sexo que se tiene“, un “sexo que se hace” y un “sexo que se comparte“. Así, la sexualidad hace referencia a una condición sexuada, a unos atributos sexuales, a unas conductas eróticas y a unas interacciones amatorias. Pero hay una jerarquía explicativa: porque somos sexuados –y sólo por ello–, tenemos atributos (o caracteres) sexuales, nos expresamos eróticamente e interactuamos amatoriamente. O sea, porque somos sexuados, somos además: sexuales y eróticos; y podemos ser –o incluso negarnos a ser–: amantes, convivientes, gozantes y procreantes.

La sexualidad no explica lo que tenemos o hacemos, sino lo que somos. Es fundamental porque configura nuestra identidad; luego, la percha de la cual cuelga casi todo los demás. Esta es la empresa que a todos y todas nos desafía: llegar a ser quienes realmente somos. O dicho de otro modo: descubrirse, conocerse, aceptarse, gestionarse, quererse y disfrutarse. Cada uno, con sus «cadaunadas».

5-. ¿Qué importancia tiene el trabajo desarrollado con colectivos como el de discapacitados, los mayores, los adolescentes, las minorías en riesgo de exclusión social…? 

Durante mucho tiempo «Sexus» fue «Genus»; o sea, generación. Y lo que no era generación era degeneración; y lo que no era la Versión era perversión. La Versión era muy sencilla: generan los adultos, sanos, bellos, fértiles y matrimoniados. El resto era excluido de la generación; luego, propio de degenerados. Esa es una de las muchas razones de la importancia del salto epistémico de Genus a Sexus. Sexus es universal y  a nadie excluye. Todos somos sexuados y nadie puede no serlo; incluso quien se niegue o reniegue.

6-. ¿Cuáles son los principales avances, desafíos e inquietudes de la Sexología en los últimos tiempos? 

Para la mayor parte de los profesionales y científicos –por cierto, mostrando impúdica ignorancia– el sexo se hace. Y la sexología es la ciencia que estudia lo que hacemos con los genitales; o sea, la sexología es «jodiendología». Sin embargo, la Sexología es la ciencia que estudia los sexos; luego: sus diferencias, sus identidades, sus mixturas y sus interacciones (tanto públicas como íntimas). Precisamente llamamos Sexología Sustantiva a la sexología que se define de este modo.

El mayor desafío sexológico es revertir radicalmente un orden de conocimiento obsoleto y lesivo. También, producir riqueza donde hubo miseria. Para ello hemos de abandonar la idea del sexo como lacra y tomar la idea de sexo como valor. Hemos de integrar lo disipado, dignificar lo difamado, sexualizar lo asexualizado y teorizar lo ignorado u omitido.

Pero no se trata sólo de la sexología y sus sensibilidades u objetivos. Considero que el mayor reto que el s. XXI depara a las democracias occidentales es la culturización de un nuevo Orden Sexual: el de la Convivencia racional y armoniosa entre los  Sexos. La construcción de este Nuevo Orden requiere una reformulación moral, cultural, social, política y científica que tome el conocimiento, la consideración y la convivencia entre los sexos –tanto en el dominio público, como en el íntimo– como valor fundamental y prioritario. Esto nos pone en el desafío de crear una Cultura que promueva saberes, valores, habilidades y experiencias que permitan a los hombres y a las mujeres convivir, respetarse, compartirse, entenderse, arreglarse, etc. con respeto, consideración y valoración, precisamente, a su calidad –sexualmente diferenciada– de hombres y mujeres. Subrayando especialmente la aceptación comprensiva de la multiplicidad, diversidad e intersexualidad de los muchos modos, maneras y peculiaridades de esta condición de ser hombres y mujeres. Me parece del todo imprescindible invertir ingentes y creativas energías y recursos en esta empresa. En la medida de mis modestas posibilidades, me dedico a ello.

7-. La jornada celebrada en Guadalajara trataba un tema no demasiado habitual y ciertamente desconocido, ¿Cuál es la importancia de este tipo de iniciativas?   

Me planteo todo lo que hago como una forma de hacer Educación Sexual. Por supuesto, no hablo de una educación de las conductas y los afectos (mucho menos de los correctos usos intergenitales); sino de una «Educación de los Sexos”. Más aún, de una Educación para la Convivencia de los Sexos. Me encanta decir: los sexos ineludiblemente interactúan y conviven; no sólo en las plazas, en las fábricas, en las aulas, en las familias y en las alcobas; sino en el interior del propio individuo. Ahora bien, esa convivencia y esta interacción, siendo ineludible, no siempre es armoniosa, ni es sinérgica. Se trata de promover y procurar armonía y sinergia entre los sexos. Me parece evidente que no se trata de un asunto menor, banal o periférico.


Algo más:

“El juego da las primeras pistas del sexo que sienten” en El País.