En la sociedad primitiva 1/7

De la Primera parte del libro Sexo y represión en la sociedad primitiva

Branislaw Malinowski

Capítulo 2
La familia en el derecho paterno y en el derecho materno

Estos nativos son matrilineales, es decir, viven en un orden social en el cual el parentesco se reconoce solamente a través de la madre, y la sucesión y la herencia descienden por vía femenina. Esto significa que el varón o la niña pertenecen a la familia, clan o comunidad de la madre: el varón hereda la posición social y las dignidades del hermano de la madre; el niño hereda las posesiones de su tío o tía maternos, y no las de su padre.

Malinowski en Melanesia 1

Todos los hombres y mujeres de las islas Trobriand contraen matrimonio tras un periodo de juego sexual en la infancia, otro periodo en el que los amantes viven juntos en una intimidad amorosa más permanente, compartiendo con otras dos o tres parejas una “casa de solteros” comunal. El matrimonio, generalmente monógamo -salvo en el caso de los jefes, que tienen varias esposas- es una unión permanente, que involucra exclusividad sexual, una existencia económica en común y una vivienda independiente. A primera vista, un observador superficial podría suponer que se trata de un modelo matrimonial exactamente igual al nuestro. Pero, en el fondo, es completamente distinto. Para empezar, el marido no es considerado el padre de los hijos, en el sentido que le atribuimos nosotros a esta palabra; desde el punto de vista fisiológico no tiene nada que ver con el nacimiento de los hijos, conforme a las ideas de los nativos, que no conocen la paternidad física. Según su creencia, pequeños espíritus, generalmente por obra del espíritu de una parienta difunda de la madre. El marido tiene entonces que proteger y alimentar a los hijos, “recibirlos en sus brazos” cuando nacen, pero no son “suyos”, en el sentido de haber participado él en su procreación.

Así, el padre es un amigo querido y benévolo, pero no es reconocido como pariente de los hijos. Es un extraño, que ejerce su autoridad sobre los hijos a través de su relación personal con ellos, pero no por su posición social en el linaje. El parentesco real, que es identidad de sustancia, “el mismo cuerpo” solo existe a través de la madre. El que reviste autoridad frente a los hijos es el hermano de la madre. Ahora bien, esta persona, debido al estricto tabú que impide toda relación amistosa entre hermanos y hermanas, no puede intimar nunca con la madre, y por consiguiente tampoco con la familia de ésta. Ella reconoce su autoridad, se inclina ante él como un plebeyo frente a su jefe, pero entre ellos no pede haber relaciones tiernas. No obstante, los hijos de su hermana son sus únicos heredero y sucesores, y él ejerce sobre ellos la potestas directa. Cuando muere, ellos conservan sus bienes materiales, y durante su vida dee trasmitirles todo conocimiento especial que posea: danzas, cantos, mitos, magia y artesanías. Es él también quien provee de alimentos a su hermana y su familia, destinándoles la mayor parte de los productos de su huerta. Así es que los hijos solo buscan en el padre protección afectuosa y tierno compañerismo. El hermano de la madre encarna los principios de la disciplina, la autoridad y el poder ejecutivo en el seno de la familia.

La posición de la mujer frente a su esposo no es en absoluto servil. Ella tiene sus propios bienes y su propia esfera de influencia, pública y privada. Los niños no ven nuca a su madre intimidada por el padre. Por otro lado, el padre es solo en parte el que gana el sustento y tiene que trabajar sobre todo para sus propias hermanas; mientras que los varones saben que cuando crezcan tendrán que trabajar a su vez para las familias de sus hermanas.

El casamiento es patrilocal: es decir, la joven se reúne con su marido en la cada de él, y si, como sucede generalmente, proviene de otra comunidad donde son legalmente extraños, sin derecho al suelo, ni legítima participación en el orgullo del pueblo; su hora, su ámbito tradicional de patriotismo local, sus bienes y el orgullo por sus antepasados están en otra parte. Junto con esta influencia dual surgen extrañas combinaciones y confusiones.

Desde temprana edad, los varones y niñas de una misma madre deben separarse, obedeciendo al estricto tabú que prescribe que no haya relaciones íntimas entre ellos, y sobre todo que no tenga intereses comunes en cuestiones relativas al sexo. Sucede entonces que, a pesar de ser el hermano el que posee autoridad sobre la hermana, el tabú le prohíbe hacer uso de ea autoridad cuando se trata del casamiento de ella. Serán los padres quienes gocen del privilegio de otorgar o negar el consentimiento, y el padre -el marido de la madre- es el que posee mayor autoridad en este asunto específico del casamiento de su hija.

Comienza a aclararse la gran diferencia existente entre los dos tipos de familia que vamos a comparar. en nuestro propio tipo de familia la sociedad respalda al marido y padre autoritario y poderoso. Y, además, debido a la configuración económica de nuestra sociedad, el padre de familia es el que gana el sustento y puede -al menos nominalmente- negar víveres o ser generoso, según su voluntad. en las Trobriand, en cambio, la madre es independiente y su marido, que no tiene nada que ver con la procreación de los hijos, no es el que gana el sustento, no puede legar sus bienes a sus hijos y no tiene sobre ellos autoridad socialmente reconocida. Por otra parte, los parientes de la madre están dotados de una influencia muy poderosa, especialmente su hermano, que es quien ejerce la autoridad y produce los víveres para la familia, y cuyos bienes serán heredados por los hijos cuando él muera. De este modo, las pautas de la vida social y la constitución de la familia giran en torno de ejes completamente distintos de los de nuestra cultura.

[…]

Para que la comparación resalte claramente, dividiré la historia de la infancia en periodos y trataré a cada uno de ellos por separado, describiéndolos y comparándolos en ambas sociedades. Es importante distinguir con nitidez en el estudio del complejo nuclear, las etapas por las que atraviesa la vida familiar, por el psicoanálisis -y aquí reside uno de sus principales méritos- descubrió las estratificación de la mente humana y demostró su correspondencia aproximada con las distintas etapas de desarrollo del niño. Los distintos periodos de la sexualidad, las crisis, las represiones y amnesias concomitantes en las que algunos recuerdos quedan relegados en el inconsciente, todo esto implica una clara división de la vida del niño en periodos. Para el actual propósito será suficiente distinguir cuatro periodos en el desarrollo del niño, definidos según criterios biológicos y sociológicos.[1]

1. La lactancia, en la cual la nutrición del bebé depende del pecho materno y su seguridad de la protección de los padres. Durante este periodo no puede moverse por sí mismo, ni auxiliar sus deseos e ideas. Consideramos que este periodo se extiende desde el nacimiento del niños hasta el destete. Entre los pueblos primitivos, este periodo dura de dos a tres años. En las comunidades civilizadas es mucho más corto, generalmente alrededor de un año. Lo mejor para dividir la niñez en etapas es considerar los límites naturales. En esta etapa el niño está fisiológicamente unido a su familia.

2. La infancia, época en la cual la prole, si bien ligada a la madre e incapaz de llevar una existencia independiente, puede moverse, hablar y jugar libremente alrededor de ella. Consideramos que este periodo comprende tres o cuatro años, y así el niño llega a la edad de seis años, aproximadamente. en este primer periodo de la vida comprende la primera ruptura gradual de los lazo familiares. El niño aprende a alejarse de la familia y comienza a ser autosuficiente.

3. La niñez, el logro de una relativa independencia, la época de corretear y jugar con otros niños. Éste es también el momento en el cual, en todas las ramas de la humanidad y en todas las clases de una sociedad, se inicia al niño, de un modo u otro, en la plena participación en la comunidad. Entre algunos nativos, comienzan los ritos preliminares de iniciación. Entre otros, y entre nuestros propios campesino y trabajadores, especialmente en Europa Continental, se empieza a enseñar al niño un oficio para que pueda desenvolverse en su futura vida económica. En las comunidades del Norteamérica y Europa Occidental los niños comienzan su escolaridad. Éste es el periodo de la segunda separación de las influencias familiares y se extiende hasta la pubertad, su término natural.

4. La adolescencia, entre la pubertad fisiológica y la plena madurez social. En muchas comunidades primitivas abarcan esta época los principales ritos de iniciación, y en otras tribus se empieza a exigir al joven el cumplimiento de la lye y el orden tribales. En las modernas comunidades civilizadas es la época de la enseñanza media y alta, o del aprendizaje final del oficio. Entre los nativos y en los estratos más bajos de nuestra sociedad, termina generalmente con el casamiento y la fundación de una nueva familia.

Malinowski en Melanesia a


[1] Aunque al considerar la sexualidad infantil el profesor Freud otorga un rol fundamental a la división en etapas claramente diferenciadas en su trabajo más detallado sobre el tema (Drei Abhandlungen zur Sexualtheorie, 5ª ed.) no describe el esquema de las sucesivas etapas ni lúcida ni explícitamente. Por tal motivo, al lector que no es especialista en psicoanálisis le resulta algo difícil la lectura del libro, por ciertas ambigüedades y contradicciones, aparentes y reales, a que da lugar y que el autor de estas líneas aún no ha podido resolver. También la excelente exposición de Flügel sobre el psicoanálisis adolece de este defecto, especialmente lamentable en un trabajo que se propone dilucidar y sistematizar la doctrina. La palabra “niño”, utilizada a lo largo del libro, significa unas veces “bebés”; otras “adolescente” y por lo general hay que inferir su sentido del contexto. Espero que la presente reseña sea de alguna utilidad a este respecto.