El Mito 5.0 Episodio 1

Episodio 1: “Érase una vez un tremor”

En el núcleo oculto del Universo, la matriz de todos los mundos posibles, surge un misterioso tremor. Se trata de una pulsación extática liberada por el Originador, El que Todo lo Contempla. Sin forma, contenido o definición, es un eco del perfecto vacío. Aún siendo así, conlleva la posibilidad de la novedad. Actuando como un gatillo, el tremor emite la señal para que surja una Singularidad en el centro de la galaxia, el Pléroma. Los dioses cósmicos que reciben esa señal son los Aeones. El Originador es negro como el carbón aunque reflectante, como si se tratara de un ilimitado plano de cristal de obsidiana.

Expansión

1.1. El Originador es la base del campo abierto del Universo que descansa en un estado perfecto de quietud y serenidad. No actúa, aunque proporciona el fundamento para toda acción, toda actividad que pueda surgir en la miríada de mundos. Excede a toda descripción, salvo decir que es una condición de contemplación pura, extática. Dicho esto, el Originador necesita e incluso anhela tener algo que contemplar, un acontecimiento o aparición. De lo contrario, permanecerá en autoconocimiento inerte sin relacionarse con ningún elemento del Universo. Así no hay nada que contemplar.

1.2. El Originador no solo proporciona el fondo donde surjan los mundos, sino la ocasión para que aparezcan. El tremor de la Singularidad es justo eso: una ocasión para que algo ocurra, algo que aún está por ocurrir. No conlleva plan de acción alguno, ni programa o agenda prevista. ¡Ni siquiera el Originador sabe qué resultado tendrá! La Singularidad es una ofrenda de perfecta libertad. ¿Pero una ofrenda a quién?

1.3. El Originador mora en el AHORA Eterno donde el pasado, presente y futuro son una unidad. El tiempo lineal limitado parece suceder debido a los misteriosos tremores que libera, que vienen a manifestarse en acontecimientos reales, en la actividad de los infinitos mundos. Esta actividad nunca comenzó y nunca acabará, pero la perfecta condición de la Eternidad pertenece únicamente al Originador. Así resulta que surgen y se desvanecen muchos mundos por el placer de Aquel que Todo lo Contempla.

1.4. La actividad del Universo es emergente: perpetuamente surgiendo, pausando, desapareciendo. Sin origen o conclusión, aunque los comienzos y finales parecen suceder. En este continuum llamado eternidad, la sustentadora presencia del Originador nunca varía por un momento. Está siempre presente aunque oculta. No se revela a sí misma directamente sino a través de lo que surge de ella. No se impone a sí misma ni predetermina nada. Sin embargo, el Originador impregna el panorama cósmico que contempla de sus propias características inherentes: quietud, gozo y belleza. Siendo así, lo que podemos llamar “leyes de la belleza” operan universalmente en la manifestación cósmica. A gran escala, las galaxias espirales presentan un exquisito despliegue de belleza infinita. Estas enormes islas flotantes de estrellas proporcionan el entorno para los mundos orgánicos donde vienen a expresarse las leyes de la belleza. En estos mundos, las criaturas vivas encuentran un hábitat adecuado, un hogar. Los mundos planetarios dispersos por los brazos en espiral de las galaxias son los entornos donde se desarrolla el enorme despliegue de vida.

1.5. Las condiciones de los centros de estas galaxias son diferentes, sin embargo. El núcleo de cada galaxia espiral es el Pléroma, “abundancia, plenitud”. Las formas particulares de vida orgánica no viven allí, aunque el material del núcleo está total y plenamente vivo a su manera. Existen infinitud de Pléromas manifiestos en las espirales lenticulares (también existen galaxias de forma irregular o desigual, aunque no juegan el mismo papel en la vida cósmica). Los poderes creativos divinos que habitan los Pléromas son los Aeones o Generadores. La Singularidad es una explosión precreativa que solo se activa cuando la detectan o capturan. Cada vórtice de una galaxia es una matriz donde se pueden proyectar los mundos reales, manifiestos, y donde se pueden diseñar las especies que habitarán esos mundos. Ésa es la actividad de los Aeones. Puesto que el Originador no actúa ni crea nada, el papel de desarrollar esas Singularidades en la manifestación de acontecimientos materiales recae en los Generadores.

Términos

Originador: la máxima fuente cósmica en sí misma sin origen; el campo ilimitado de pura contemplación impregnado de amor, generosidad y deleite. En la mitología hindú, Parama Shiva. En metafísica, lo Absoluto. En teología, la Divinidad aunque no concebida como “dios creador”. No crea y no se revela a sí mismo; más bien, relega la manifestación cósmica a otros poderes, los Aeones.

Novedad: aquello que es nuevo, fresco, original, diferente, diverso, sorprendente, espontáneo, inesperado, impredecible, nunca visto o hecho antes, no programable.

Aeón: término gnóstico que se refiere a un dios, una agencia divina creativa, una divinidad a escala galáctica. Literalmente, fuerza progresiva, el poder de la generación capaz de operar en el tiempo lineal. A diferencia del Originador que permanece fuera del tiempo.

Singularidad: una oleada precreativa de voluntad divina, sin forma, que no produce nada en si misma sino que depende de otros agentes divinos para poder manifestarse.

Universo: la totalidad de los mundos posibles en el espacio y el tiempo ilimitado. Solo existe un Universo, escenario de todos los sistemas de mundos posibles. Los “mundos paralelos” existen, pero no hay un “universo paralelo” como tal. Por definición, denota una única condición, completa y autónoma. El Universo es único y exclusivo, no habiendo nada fuera de él. No puede existir más de un Universo, aunque hay infinitas galaxias en el Universo.

Pléroma: en términos generales, el centro de la galaxia; en términos específicos, el centro de la Vía Láctea, nuestra galaxia local, que se puede observar desde la posición que ocupa la Tierra en ella. Nuestra localización está en el tercer brazo de la espiral lenticular de cuatro brazos. El planeta hogar pertenece al sistema planetario que se desliza por ese brazo. A lo largo de las dimensiones microscópicas y macroscópicas del Universo, todo se mueve. Solo el Originador permanece inmóvil. Las galaxias en espiral giran como remolinos.

Emergencia: la propiedad única de la manifestación cósmica en la que se combinan quietud y movimiento. La galaxia local gira como un remolino. Todas las estrellas que contiene poseen su propio movimiento, como el Sistema Solar que viaja como si se tratara de una flota de barcos por el brazo galáctico. Y como hace la Tierra misma, que gira y baila en su órbita por el espacio. Aún así, la Tierra parece estar firme, quieta en su lugar. Esto no solo es una apariencia, un efecto falso. Es un “efecto especial” que se debe a la forma en que la emergencia combina la quietud y el movimiento. La base de todos los acontecimientos emergentes es el Originador. La perfecta quietud inmóvil debe existir para que surja el movimiento.

Uno: Una singularidad surge dentro de la divinidad, el reino del Pléroma (plenitud divina –astronómicamente, el centro galáctico). La Singularidad lleva el potencial para la novedad que emerge en el Universo. Se llama el Anthropos.

Resumen

A diferencia de los siguientes capítulos del EDC, éste no cuenta con un escenario definido, una localización específica. Comienza con el concepto de la completa dimensión del Universo fuera del espacio y el tiempo. Desde la Eternidad, el Originador libera una señal de tremor. Sin embargo, este episodio alude al escenario cósmico exacto del EDC: la espiral local o Galaxia Vía Láctea, como se conoce. Así, “érase una vez un tremor”, Aquel que Todo lo Contempla emite una señal que llega a ser detectada y capturada en una galaxia particular, aquella en la que los humanos habitan la Tierra. La especificidad de la historia de visión gnóstica de Sophia es clara y exacta. El EDC es un mito astronómico.

Texto original extraído de No a su imagen, pág. 154.