Yo sé que hay momentos en los que se dan ciertas cuestiones que aplazamos con la esperanza de que ya encontraremos el tiempo para desarrollarlas. Y también sé que esos momentos están cargados de falsas ilusiones, de buenas intenciones que no cuajan. He visto que en esas ocasiones, en las que me siento flojo, mis milisegundos se van por el sumidero, que he perdido una oportunidad de enfrentarme a eso que me acojona. La expresión que me viene es ésta: «Mis milisegundos no tienen valor». Es como que el transcurrir de nuestra vida no tuviera valor, como si mi existencia no tuviera importancia.
Hoy estrenamos en la sección Entrevistas de esta web una serie de 8 entrevistas, más otra de preguntas y respuestas, de Touchstone Tom a John Lash publicadas en BlogTalkRadio.com sobre la Ética gaiana y la Acción ritual.
Esperamos que os gusten tanto como a nosotros y que podamos definir la ética y las acciones necesarias que nos guíen en el proceso de salida del jcibu.
El otro día me dio por investigar el tema del clítoris con profundidad, ya sabéis, la historia, lo que dicen los eruditos, al menos en internet.
Una se encuentra con este tipo de comentarios:
1)»Las investigaciones sobre el clítoris son bastante recientes, tanto que fue hace apenas 16 años cuando se confirmó cientificamente su estructura y tamaño verdaderos»
2)»Y ¿quién descubrió el clítoris? El profesor de anatomía y cirujano Mateo Realdo Colombo se atribuyó su descubrimiento en el año 1559, dijo que lo encontró en el cuerpo de su mecenas y lo llamó “placer de Venus”. Luego llegó Gabriel Fallopius y dijo que “nanai”, que fue él quien lo descubrió. Pero al final Kasper Bartholin, en el siglo XVII dijo que el clítoris era conocido por los anatomistas desde el siglo II a. C. Quien sabe, la cosa es que ‘el río ya empezaba a sonar’.»
“La literatura médica nos dice la verdad acerca de nuestro desprecio por las mujeres. Durante tres siglos, hay miles de referencias a la cirugía del pene, nada sobre el clítoris, a excepción de algunos tipos de cáncer o la dermatología-y nada para restaurar su sensibilidad. La mera existencia de un órgano de placer es negado, por razones médicas. En los libros de anatomía de los cirujanos solo se encuentran un par de páginas. Hay una verdadera escisiónintelectual” (Dr. Foldès)
Bien, después de leer estas cosas, una mujer como yo se pregunta:¿Es que las mujeres en la historia nunca han sabido lo que tenían ahí abajo? La respuesta evidentemente es POR SUPUESTO QUE SÍ. Yo misma, en mi infancia, a pesar del secretismo en torno al sexo lo descubrí sin que ni siquiera nadie me apuntara dónde ir. Seguir leyendo Los científicos se disputan ¿una flor?→
¡Hoy me siento eufórico! Y no es para menos, he dormido 10 horas y eso de descansar siempre es bien venido a esta casa. Lo cierto es que nosotros nos dejamos llevar por las situaciones que suceden, aquellas que nos parecen merecedoras de ser vividas, y a veces nos pasamos y nos sentimos demasiado exhaustos.
Vivir la euforia es bonito, exuberante, dinamizador, lleno de una energía fresca que se convierte en un delicioso elixir, y he observado, después de muchos años de vivir estas cuestiones, que si la malgasto, si la menosprecio o no le doy la atención adecuada, a veces se convierte en un gran adversario. Básicamente, subestimo el poder de esa euforia y me agoto hasta el punto del lamento. Si estas palabras las leyera un psiquiatra diría que padezco algún tipo de bipolaridad, pero yo les digo a esos clasificadores inconscientes y completamente ignorantes de la condición humana, que lo que yo vivo es el atrevimiento de sentirme vivo y querer vivir mi vida como bien me plazca.
Es cierto que la euforia es un estado más del animal humano y también es cierto que es necesario mantenerla vigilada, por lo menos en esta sociedad que lo pone tan difícil a las situaciones espontáneas que suceden a lo largo de cualquier día. Es como si tuviéramos que permanecer en un estado anímico gris del que, si te sales, te ponen un cartelito y se quedan tan tranquilos. Vamos, un guión milenario al que no me sujeto ni pienso sujetarme. Y ya que estoy así, maldigo a todos esos ojos que miran, y a sus macabros cerebros, que se atreven a decirnos cómo es la vida, que se atreven a decirnos que la vida es lo que le dijeron en sus honorables facultades (sobretodo de medicina y psicología, sin dejar de lado a los que se autodenominan filósofos, de libro por supuesto). Vaya también por ellos mi más delicioso conjuro.
Los milisegundos tienen una cualidad brillante: como yo la entiendo, se encargan de hacernos vivir las escenas con una cierta intensidad o claridad produciendo cierto placer cognitivo.
El momento de la apreciación de los milisegundos viene solo, la «dificultad» es estar atento a los acontecimientos que suceden delante de tus narices. En mi caso, lo experimento con cierta frecuencia en el ocaso del día cuando convivo con mis hijas y mi mujer. Es un verdadero placer vivir este tipo de conexión o brillo.
Nos hemos encontrado con un juego en el que se afloja esa manía de ejercer nuestro ego, se diluye eso que siempre hemos usado para situarnos dentro de la macabra historia del jcibu que tanto nos condiciona, esa historia fea que sin apreciarlo nos maneja y decide por nosotros el cómo vivir nuestra propia vida.
Hemos practicado el juego de los infinitivos y ha resultado de lo más divertido y regenerador, y hemos comprobado que nos acerca al otro y que nos comunica sin las cargas adquiridas con las que normalmente nos expresamos, sin ese lastre que le ponemos a las palabra y que nos separa de los demás.
El juego consiste en usar la forma verbal del infinitivo en lugar de cualquier otra. Así, si quiero decir «Me gusta la cerveza», diríamos «Mi gustar la cerveza», «Gustar la cerveza» o «Gustar cerveza».
En una sociedad dirigida por cobardes empedernidos, dónde las cuestiones mundanas son simulacros de la verdadera libertad, se hace necesario el autorreconocimiento como guerrero, con todo lo que este término implica, y al mismo tiempo el reconocimiento en los mismos términos de aquellos con los que convivimos. ¿Qué hace un guerrero sin una guerrera a su lado? ¿Qué hace un guerrero si no se rodea de guerreros? ¿Qué hace un guerrero solo en este mundo tan maravilloso que necesita ser explorado, expresado y vivido?
Es un placer sentir la existencia desde este punto de vista, innecesario en otro contexto social. El sentimiento de que tus actos vayan dirigidos a la mejora de la cualidad humana (seguramente a través de su descripción), de que tus acciones vayan dirigidas al reconocimiento de los talentos que todos tenemos y a apreciar a la belleza que todos somos capaces de expresar, sentir y vivir, esa sensación es de lo más placentera y dinamizadora. Mueve algo dentro de mí, dentro de todos, un motor de cambio interior que se expresa inevitablemente hacia fuera. Contagia y se multiplica. No el personaje que vivimos sino la expresión y la descripción de ese personaje, reconociendo lo que fluye a través de él: ¡La fuerza de la vida! ¡La fuerza que sostiene la vida! Ishtar, Demeter, Aniruddha, Prithivi, Spandarmat, Mujer Araña, Sthevara, Asteroth, Arianrhod, Ariadne, Ceridwen, Rhea, Bhudevi, Kore, Magna Mater, Gaia, Sophia… ¡La Naturaleza sensible!
Comienzo con esta canción. Escuchadla para preparar el cuerpo para lo que viene…
He de reconocer que me encanta incluir música con mis entradas. La verdad es que no sé si me encanta a mí o es a ella a quien le encanta. Me refiero a la música, claro. Esto de aprender a vivir de manera transpersonal es algo muy nuevo y bello para mí.
Algunos pueden preguntarse: ¿Qué es eso de la vida transpersonal? Cuando hablaba de que no estaba segura de si había sido yo quien había elegido la música o la música me había elegido a mí, esto es exactamente lo que sucede en la vida transpersonal. La fusión con el más-allá-a-de-tí-mismo se hace tan evidente que te rindes a él. Y entonces aparece una nueva forma de vivir, en la que lo espontáneo toma vida, la inocencia recupera su verdadero estatus en la naturaleza humana y fluye la gota de Rocío, el elixir de la vida.
No he podido evitar la tentación de buscar la etimología de mi nombre, Rocío, que aparece en esta sublime melodía de Silvio Rodríguez, a quien le debo el traspaso de elixir de sabiduría musical. Pero lo que me ha cautivado es la raíz indoeuropea de mi nombre: -ers, o sea, fluir. Aquí la tenéis.
«Existe una misteriosa relación en el rocío que refleja un secreto de la alquimia. Esta agua de la primavera que se recoge es también el “fuego de la naturaleza” que cocina las semillas en la tierra, haciendo surgir la verdesencia e imbuyendo vida a las plantas». Dice Alejandro Martínez Gallardo en El antiguo arte alquímico de recolectar el rocío.
También dice este ensayo: «El rocío –que ya hemos visto es también “el fuego secreto de la naturaleza”– parece ser un elemento importante, al menos para algunos alquimistas, para obtener este “espíritu salino” con el cual se pueden realizar las operaciones maravilosas de la ciencia oculta. En varios sentidos el rocío recuerda a un líquido divino o a una sustancia que confiere la divinidad o los atributos de lo celeste. Recoger el rocío –la gota de aire condensado, una perla de Indra o un glóbulo de icor– en cierta forma podría ser una técnica más sutil para robar el fuego de los dioses».
Y sigue….«En la Tabla Esmeralda, el texto atribuido a Hermes Trimegisto, según la tradición el padre de la alquimia, se lee: “Su padre es el Sol, y su madre la Luna, el Viento lo llevó en su vientre, y su nodriza es la Tierra”. Al parecer esto se refiere al espíritu universal que los alquimistas tratan de obtener, después de que la materia se ha vuelto más densa, algo que podríamos identificar con un ocultamiento de lo sutil en lo denso. Este viaje simbólico del espíritu puede también relacionarse con el proceso del rocío que podemos decir es el resultado de la energía del Sol y la Luna, y es llevado por el viento, hasta la Tierra donde recibe los minerales»
«…la idea fundamental de la filosofía hermética de que el universo entero con sus estrellas y galaxias se refleja en la tierra, cabe incluso en una gota de rocío. Una gota de rocío es un orbe de perfección, potencia pura en su transparecia luminosa. Una perla del universo, pequeño mundo. Una perla del collar que refleja todas las perlas en cada una». «Para los alquimistas, el proceso de individuación representado por el opus era una analogía de la creación del mundo”, escribió Carl Jung. En cierta forma el rocío representa una forma individual que recapitula la creación del mundo».
Después de todo esto, solo puedo añadir una (o varias) cosas. Siempre me ha gustado mi nombre, pero nunca hasta ahora he investigado su significado. La vida transpersonal es tan inocente que te lleva directamente al por qué de las cosas y eso es inteligencia pura, del tipo de la de un niño de dos años, que se puede pasar horas preguntándote ¿por qué?¿por qué? ¿por qué? hasta la saciedad, SACIEDAD, que soy madre y sé de lo que hablo.
En el Tantra Planetario, solo aprendes a jugar, JUGAR, y quien tenga niños o esté en contacto con ellos sabrá de lo que hablo. Jugar es vivir, jugar es sentir la vida, jugar es aprender a sentir, jugar es vivir. Lamentablemente, la narrativa que guía a esta sociedad no contempla el juego entre las actividades «recomendables» para los adultos, pero sí para los niños, aunque no se los deje jugar sino que se los tenga atados a tareas escolares y extraescolares más importantes socialmente que cualquier acción espontánea del niño.
En el turno de Kali, aprendo sobre este aspecto alquímico tan intrínseco a mí que lo refleja mi nombre. Y !qué maravillosos es! Hoy me siento como una gota de Rocío, está claro.
Hoy he estado leyendo el libro editado por Edward Hoffmann titulado Abraham Maslow. Visiones del futuro(*) en el que se recopila una serie de artículos de Maslow no publicados en vida. Abajo dejo el capítulo 6 por su obvio valor para la salud integral.
El tiempo arcóntico es un gran problema para llevar una vida conectada con la naturaleza: las estaciones no están ajustadas con los ritmos naturales de la naturaleza, los meses de esta sociedad no atienden a la fuerza que tiene vivir los meses lunares y, por si fuera poco, nos imponen un segundo sin mucha chicha.
Existe un estado mental en el que la intensidad de la percepción se agudiza hasta un punto en el que el concepto de milisegundo entra en juego. Basta con vivir 5 segundos en ese estado para saber que han pasado 5.000 milisegundos. En ese momento, desaparece la cotidiana sensación del transcurso del tiempo al que estamos acostumbrados y con ella también lo hace lo que se denomina nuestro ego: la experiencia interior propia separada de casi todo lo que nos rodea.
La cosa va mejorando con el tiempo; cuando te das cuenta de que 5 segundos se convierten en 5.000 milisegundos, los siguientes miles milisegundos están ahí esperando para ser vividos, para ser disfrutados. La sensación se va haciendo cada vez más estable y duradera, guiada por el placer que supone estar viviendo una experiencia verdaderamente intensa.
Ya hemos hablado aquí de esos principios orientales (traídos por Sr. John Woodroffe) que se consideran metafísicos y que para nosotros son realmente físicos. ¡Como para no tratarlos de ese modo! Si no, observarlos a ver qué os parecen:
La materia y la conciencia son coemergentes y coeternas.
Todo es materia.
No existe gradiente en la conciencia.
La belleza de la historia que amas se ajusta y genera el poder para vivirla.
En nuestro desarrollo experimental de este escenario, nos hemos dado cuenta de que si todo es materia (hipótesis inicial del experimento) necesariamente las relaciones también lo son, entre el resto de todo lo demás. Las hemos visualizado como un elemento material que está entre dos o más animales humanos. Es como que hay una parte material de nosotros que se ajusta y se acopla en el otro o los otros, como dos piezas distintas que encajan de un modo concreto.
En mi búsqueda de la naturaleza de la supresión de lo femenino en la tradición judeocristiana topé con el tema del amor cortés y la leyenda artúrica. He de decir que jamás antes me interesaron estos cuentos de caballería ni me sentí atraída por las leyendas de los caballeros de la Mesa Redonda. Seguir leyendo La mujer en el amor cortés→
Nos acercamos al solsticio de invierno, el día de menos luz del año. Justo en este momento atravieso por un proceso intenso de oscuridad (algunos lo llaman «La noche oscura del alma»). ¿Cómo lo quiero llamar yo? Desde luego, noche oscura del ama suena quizás demasiado tétrico, prefiero denominarlo «de oruga a mariposa», ahora que comienzo a entender el proceso de transformación que estoy experimentando.
Yule y Yuletide, al igual que la «Festividad de yalda» (una fiesta invernal iraní), son términos arcaicos indoeuropeos usados para referirse a la tradición antigua que observa los cambios naturales causados por la rotación de la tierra alrededor del sol y sus efectos en la cosecha alimenticia durante el solsticio de invierno. El solsticio de invierno marca el momento de las noches más largas del año; el sol parece estar a punto de extinguirse. Este periodo dura doce noches, desde el 25 de diciembre hasta el 6 de enero. Según la tradición, en este tiempo los reinos de los vivos y los muertos entran en comunicación. Encontramos este motivo mítico en los celtas, los griegos, los germanos y los indios védicos. Pero, lejos de significar un tiempo de oscuridad, los antepasados de los europeos lo celebraban como anuncio indudable del próximo retorno del Sol y del renacimiento de la vida que no muere bajo el frío invernal.
Desde luego, me he sentido tambalear, mi sostén se deshacía bajo mis pies y ya no sabía dónde pisar, !todo un desmayo al que no me dejaba caer! He impuesto una resistencia debido a mi relativa ignorancia del proceso natural que se produce en esta época del año y a mi incapacidad para gestionar mis emociones en consecuencia . Sin duda, el estudio de la astronomía me ha mantenido con el rumbo fijo y me ha ayudado a atravesar esta aventura excepcional que aún no ha terminado. Pero si ahora miro mis pies ya veo dónde piso, veo mi sostén, el mito que amo que es la Tierra y que en mí se expresa a través de la comprensión y la narración de las verdaderas inspiraciones que guían a la humanidad a sus más altos logros a largo plazo. Desde luego, el cielo es una de esas grandes inspiraciones de la humanidad, siempre lo ha sido. Y nuestras tradiciones más ancestrales han estado muy ligadas al cielo y a los árboles, que nos conectan con el cielo.
M. Chabot dice que “en los tiempos paganos, en las fiestas de Jul, celebradas a finales de diciembre en honor del retorno de la Tierra hacia el Sol, se plantaba ante la casa un abeto del que colgaban antorchas y cintas de colores” (La nuit de Noël dans tous les pays, Pithiviers, 1907). Pero el árbol no aparece sólo en la tradición germánica: gracias a Virgilio sabemos que en Roma, durante el periodo de las saturnalias, se colgaba en la plaza pública un árbol cargado de juguetes.
Nos hallamos aquí en presencia de otro elemento inseparable de la mentalidad mítica europea: el árbol como símbolo sagrado, como eje o pilar del mundo; un árbol que para los celtas era una encina o un roble, un fresno para los escandinavos (el famoso fresno Yggdrasill) y un tilo para los germanos. El árbol, con su impresionante estructura, sus hojas, su tronco y sus raíces, es una representación del cosmos y de su organización; pone en contacto los diferentes niveles del mundo (el cielo, la superficie y el reino subterráneo); une el presente, el pasado y el futuro, y liga al hombre con su linaje y su devenir. Vínculo de lo continuo y lo discontinuo, representa la vida que nunca acaba y por eso es símbolo de la regeneración perpetua de la vida. Exactamente del mismo modo que el solsticio de invierno da testimonio del renacimiento eterno del sol.
Y con todo este trasfondo natural, me encuentro yo, un único y singular animal humano en medio del inmenso movimiento del cosmos y, en este momento de máxima oscuridad, el sentimiento de pequeñez y vulnerabilidad se hace más grande, más patente, más notable. Y esa sensación de vulnerabilidad, de muerte momentánea trae consigo un nuevo renacer, un flujo continuo de vida tras la muerte y una corriente de regeneración, de deshecho de valores inútiles, de revisión y reafirmación de lo único, lo verdadero, lo perdurable y lo real. ¿Y cuál es la verdad de todo esto? Bien, igual que la oruga se retrae hacia adentro siguiendo su propio impulso natural para, sin siquiera saberlo, transformarse en una mariposa, yo me he escondido en mi crisálida de soledad y oscuridad para coger el impulso necesario hacia una nueva realidad que reaparece a partir del solsticio de invierno con el nacimiento del sol.
No hay talento sin reconocimiento, primero hacia dentro y simultáneamente hacia afuera.
Se hace necesario encontrarnos a nosotros mismos en los talentos más incipientes, más claros, aquellos que los demás nos reflejan en nuestras relaciones, para que al mismo tiempo «surjan» delante de nuestros ojos los talentos de los demás. Es como que si no me reconozco no soy capaz de reconocer a nadie.
Nosotros llevamos un par de meses tratando este tema y observamos que brotan como una necesidad para la reconexión con Gaia. Sentimos la absoluta complementariedad de todos y cada uno de los talentos, donde cada cual ofrece el suyo al resto, todos disfrutando de todos, un baile de talentos únicos entretejiéndose.
¡Qué belleza desprende la vida cuando se la mira desde la muerte!
De vez en cuando, sobre todo en algunos momentos en los que me veo confrontando mi mirar, mi punto de vista, me sorprende el recurso de alejarme de ahí hasta el punto de imaginarme que estoy muerto. A continuación miro lo que sucede delante de mí desde la posición de no presencia y me doy cuenta de que la vida es bonita en mi ausencia, ¡es como es!, Tantra: la vida entretejiéndose delante de la mirada.
Y desde ese «otro» sitio, mirando como sucede la vida, surge un sentido de mí-mismo emergente (1) muy agradable, que me conecta con una sensación de tranquilidad, deshaciendo esa responsabilidad insidiosa que me atrapa en esos momentos de confrontación. Me doy cuenta de la completa irrelevancia de mi comportamiento enredado y me ofrece un acceso ligero al disfrute del momento anterior. Puedo elegir qué tipo de intervención deseo, aquél que me provea un mayor grado de libertad y disfrute.
Abajo dejo una imagen de esta mirada, ¡quizás sea ésta la mirada que necesitamos para no enredarnos en aquello innecesario! ¡Quizás sea la muerte la que guía los primeros alientos de la vida!
(1) Sentido de sí-mismo emergente: término acuñado por Daniel N. Stern que hace referencia al primer «estadio» (de 0 a 2 meses) en el que el bebé se relaciona con el entorno.
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