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De oruga a mariposa: la noche oscura del alma

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Nos acercamos al solsticio de invierno, el día de menos luz del año. Justo en este momento atravieso por un proceso intenso de oscuridad (algunos lo llaman «La noche oscura del alma»). ¿Cómo lo quiero llamar yo? Desde luego, noche oscura del ama suena quizás demasiado tétrico, prefiero denominarlo «de oruga a mariposa», ahora que comienzo a entender el proceso de transformación que estoy experimentando.

Yule y Yuletide, al igual que la «Festividad de yalda» (una fiesta invernal iraní), son términos arcaicos indoeuropeos usados para referirse a la tradición antigua que observa los cambios naturales causados por la rotación de la tierra alrededor del sol y sus efectos en la cosecha alimenticia durante el solsticio de invierno. El solsticio de invierno marca el momento de las noches más largas del año; el sol parece estar a punto de extinguirse. Este periodo dura doce noches, desde el 25 de diciembre hasta el 6 de enero. Según la tradición, en este tiempo los reinos de los vivos y los muertos entran en comunicación. Encontramos este motivo mítico en los celtas, los griegos, los germanos y los indios védicos. Pero, lejos de significar un tiempo de oscuridad, los antepasados de los europeos lo celebraban como anuncio indudable del próximo retorno del Sol y del renacimiento de la vida que no muere bajo el frío invernal.

Desde luego, me he sentido tambalear, mi sostén se deshacía bajo mis pies y ya no sabía dónde pisar, !todo un desmayo al que no me dejaba caer! He impuesto una resistencia debido a mi relativa ignorancia del proceso natural que se produce en esta época del año y a mi incapacidad para  gestionar mis emociones en consecuencia . Sin duda, el estudio de la astronomía me ha mantenido con el rumbo fijo y me ha ayudado a atravesar esta aventura excepcional que aún no ha terminado. Pero si ahora miro mis pies ya veo dónde piso, veo mi sostén, el mito que amo que es la Tierra y que en mí se expresa  a través de la comprensión y la narración de las verdaderas inspiraciones que guían a la humanidad a sus más altos logros a largo plazo. Desde luego, el cielo es una de esas grandes inspiraciones de la humanidad, siempre lo ha sido. Y nuestras tradiciones más ancestrales han estado muy ligadas al cielo y a los árboles, que nos conectan con el cielo.

M. Chabot dice que “en los tiempos paganos, en las fiestas de Jul, celebradas a finales de diciembre en honor del retorno de la Tierra hacia el Sol, se plantaba ante la casa un abeto del que colgaban antorchas y cintas de colores” (La nuit de Noël dans tous les pays, Pithiviers, 1907). Pero el árbol no aparece sólo en la tradición germánica: gracias a Virgilio sabemos que en Roma, durante el periodo de las saturnalias, se colgaba en la plaza pública un árbol cargado de juguetes.

Nos hallamos aquí en presencia de otro elemento inseparable de la mentalidad mítica europea: el árbol como símbolo sagrado, como eje o pilar del mundo; un árbol que para los celtas era una encina o un roble, un fresno para los escandinavos (el famoso fresno Yggdrasill) y un tilo para los germanos. El árbol, con su impresionante estructura, sus hojas, su tronco y sus raíces, es una representación del cosmos y de su organización; pone en contacto los diferentes niveles del mundo (el cielo, la superficie y el reino subterráneo); une el presente, el pasado y el futuro, y liga al hombre con su linaje y su devenir. Vínculo de lo continuo y lo discontinuo, representa la vida que nunca acaba y por eso es símbolo de la regeneración perpetua de la vida. Exactamente del mismo modo que el solsticio de invierno da testimonio del renacimiento eterno del sol.

Y con todo este trasfondo natural, me encuentro yo, un único y singular animal humano en medio del inmenso movimiento del cosmos y, en este momento de máxima oscuridad, el sentimiento de pequeñez y vulnerabilidad se hace más grande, más patente, más notable. Y esa sensación de vulnerabilidad, de muerte momentánea trae consigo un nuevo renacer, un flujo continuo de vida tras la muerte y una corriente de regeneración, de deshecho de valores inútiles, de revisión y reafirmación de lo único, lo verdadero, lo perdurable y lo real. ¿Y cuál es la verdad de todo esto? Bien, igual que la oruga se retrae hacia adentro siguiendo su propio impulso natural para, sin siquiera saberlo, transformarse en una mariposa, yo me he escondido en mi crisálida de soledad y oscuridad para coger el impulso necesario hacia una nueva realidad que reaparece a partir del solsticio de invierno con el nacimiento del sol.

RG

No hay guinda

Durante el proceso de vivir, con el paso de los años, es natural mirar a aquellos animales humanos que poseen algo que dinamiza nuestro aprendizaje particular, individual, único, que nos sugieren cuestiones importantes para cada uno de nosotros. Son nuestros maestros, aquellos cuyo trabajo es válido para el nuestro.

Es normal sentir un sentimiento de admiración transpersonal, de agradecimiento profundo, pero claro, ¿qué hacemos con todo eso? Yo diría que se pueden dar fundamentalmente dos salidas: a) seguir esperando su instrucción, su enseñanza. Podemos quedarnos el resto de nuestra vida esperando la guinda final del pastel; b) o darnos cuenta de que no hay guinda e ir hacia un desarrollo integral de nosotros mismos, un desarrollo que el paso del tiempo nos exige. El tiempo hace que nosotros seamos los siguientes a los que la muerte visite, somos precisamente nosotros los que tenemos que desarrollar lo que el planeta viviente necesita. No hay excusas para no hacerlo, la muerte nos espera.

La metáfora de la guinda se podría transformar con esta sintaxis:

«No hay guinda, pero sí una flor primaveral brotando que eres tú»
«No hay guinda, pero sí un aire fresco renovado que eres tú»

Cualquier sintaxis es válida para desvincularnos de nuestros gurús imaginarios y hacernos responsables de nuestra vida integral, una vida que tiene mucho que decir por sí misma, una gota exclusiva saltando en el agua después de una bella caída.

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Dedicado a mi amigo Mateo

JM

Una mirada desde la muerte

¡Qué belleza desprende la vida cuando se la mira desde la muerte!

De vez en cuando, sobre todo en algunos momentos en los que me veo confrontando mi mirar, mi punto de vista, me sorprende el recurso de alejarme de ahí hasta el punto de imaginarme que estoy muerto. A continuación miro lo que sucede delante de mí desde la posición de no presencia y me doy cuenta de que la vida es bonita en mi ausencia, ¡es como es!, Tantra: la vida entretejiéndose delante de la mirada.

Y desde ese «otro» sitio, mirando como sucede la vida, surge un sentido de mí-mismo emergente (1) muy agradable, que me conecta con una sensación de tranquilidad, deshaciendo esa responsabilidad insidiosa que me atrapa en esos momentos de confrontación. Me doy cuenta de la completa irrelevancia de mi comportamiento enredado y me ofrece un acceso ligero al disfrute del momento anterior. Puedo elegir qué tipo de intervención deseo, aquél que me provea un mayor grado de libertad y disfrute.

Abajo dejo una imagen de esta mirada, ¡quizás sea ésta la mirada que necesitamos para no enredarnos en aquello innecesario! ¡Quizás sea la muerte la que guía los primeros alientos de la vida!

La luz de tu mirada

(1) Sentido de sí-mismo emergente: término acuñado por Daniel N. Stern que hace referencia al primer «estadio» (de 0 a 2 meses) en el que el bebé se relaciona con el entorno.

Dedicado a mi amigo Mateo que ha fallecido hoy.

JM

Un regalo de la muerte

La muerte, ese brillante aspecto de la vida de autogenerarse y multiplicarse en infinitas formas, es un estado de la misma vida que nos puede aportar mucha información practicable.

Entender la muerte nos lleva a despojarnos de aquellas autoexigencias que nos impiden apreciar la belleza de la vida que acontece delante de nuestras narices. El propio concepto de muerte es un término final, que acaba con lo que estamos viviendo aquí y de este modo. Desde ahí, me nace una cierta sensación de intensidad, al tiempo que una necesidad de estar muy atento para apreciar lo que veo; como dice un principio metafísico (que para nosotros es físico) traído desde Oriente por Sr. Jon Woodroffe: Todo es materia.

Me apoyo con fuerza en este principio que tanto me ha enseñado desde el día que lo leí.

JM.

La Tierra bella

Si todo es complementario, …

Lo bueno de seguirle el rastro a las sensaciones es que se aprecian cada día con más claridad. Dentro de la cuestión del sexo, un día me hice estas preguntas:

¿Por qué los hombres sentimos algo parecido a la vergüenza y las mujeres aprecian una cierta repulsión o asco por el Lingam?
¿Ése es realmente nuestros instinto natural?
¿Podemos hacer algo para manejar este término dentro de un contexto sano?

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Tres magníficas entrevistas sobre la brecha de género

Hace ya casi dos semanas que estamos experimentando la reconciliación de los sexos, o lo que es lo mismo, la reconciliación de la brecha de género que Sophia produjo durante su caída desde el Pléroma (núcleo galáctico), rasgando la plantilla genómica del Antropos depositada en el espacio exterior.

Durante estos días del mes de Kamala han sucedido muchos acontecimientos, entre ellos la traducción de una serie de entrevistas de Suzane Toro a John Lash. Esta entrada solamente tiene por objetivo apuntar a estas entrevistas por su gran valor o aporte.

Espero que sean de tu agrado y disfrute.

JM

La reconciliación de los sexos

Sophia, durante su caída desde el Pléroma (nuestro núcleo galáctico), rasgó la plantilla genómica del Antropos depositada en la Nebulosa de Orión (M42). Este acontecimiento produjo la separación de los sexos, conocida en muchas culturas ancestrales.

El Mito de Gaia explica que, antes de nuestra aparición en la Tierra, ya existía el proyecto de nuestra humanidad en el patrón del Antropos como

«un enorme campo de humedad parecido a una tela de araña. Rocío plasmático saturado de humedad dónde está depositado el plasma genómico. Algunas partes del plasma en la Nebulosa de Orión están íntegras y otran estás rasgadas. Podéis imaginarlo como un trozo de muselina o un delicado chal de seda. Imaginaros que esa muselina, o ese chal, extendidos por encima de un árbol sin hojas, pero hay lugares donde la muselina se ha rasgado por los extremos y cuelga del árbol…»(1)

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M42, la Nebulosa de Orión

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La Nous es un baile

La Nous o inteligencia divina (la única que existe y que nosotros «leemos»), desde el punto de vista gnóstico, es una combinación, permutación o mezcla de varias partes, la alquimia de esas partes:

  • la Dianoia: la razón.
  • la Metanoia: la capacidad de pensar (o de ir) más allá de nuestra infraestructura convencional de percepción o de creencias.
  • la Epinoia: la verdadera imaginación, sostenida y equilibrada por el resto de las demás partes. Así, la epinoia también equilibra al resto.
  • la Ennoia: la intencionalidad, la lente del propósito abierto o, como últimamente me gusta pensarla, el Intento.

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Epinoia versus phantasia

No a Su Imagen

Del capítulo 22, Imaginación divina:

Los gnósticos enseñaron que el núcleo del potencial humano es nuestra facultad de la imaginación, que ellos llamaban epinoia para distinguirla de la phantasia, la simulación de la mentalidad arcóntica. La diferencia entre estos términos es esencial para el modo en que reafirmemos y cultivemos nuestros poderes ecognósticos. Los maestros iluminados de los Misterios se dieron cuenta de que la humanidad está divinamente provista de poderes biopsíquicos, un conjunto de herramientas de facultades ecognósticas, si se prefiere. Tenían una idea precisa de estas facultades, dónde se originan en el reino divino sobrehumano y cómo son “instaladas” en el organismo humano. Coherentes con su visión de la existencia preterrestre de la especie humana, el Antropos, ellos imaginaron un conjunto de facultades ecognósticas implantadas en el complejo de la espora antrópica –el genoma humano, si se prefiere–. Concebían este conjunto como fundamentado en una única facultad base que adopta tres permutaciones.

La nous, “la inteligencia divina”, es la facultad base. Se origina en el Pléroma, la Naturaleza Divina. La inteligencia divina es no nacida, no creada, conocedora de Buddha. La Gnosis es el conocimiento directo, intuitivo, de lo que los dioses saben. Podemos tener Gnosis porque tenemos la nous para conocer. Nuestra capacidad para conocer lo Divino está dada por lo Divino, de la fuente primaria de donde surge. Nuestra capacidad para la originalidad, que es inherente a la nous, viene directamente del Originador, el fundamento supremo de los Aeones plerómicos. Los gnósticos llamaban a este factor autogenes, “autogeneración”. Esto es similar a la autopoiesis, “autoorganización”, que ahora se acepta en la teoría de la complejidad y se sabe que está presente en todos los fenómenos del ecosistema de la Tierra. El autogenes implica una propiedad autodirectiva o teleológica de autoorganización, un punto polémico de debate candente en la teoría de Gaia.

Sombreado añadido por JM.

Epinoia: la verdadera imaginación

En todas tus operaciones permite que tu Trabajo sea guiado por la naturaleza, según la lenta progresión de los metales en las entrañas de la Tierra. Y en tus esfuerzos déjate guiar en todos los caminos por la verdadera y no por la fantástica imaginación.

Regla alquímica
Principio maestro de la Gran Obra

Para ejemplificar la diferencia entre la verdadera imaginación (epinoia) y la fantástica imaginación, dejo abajo la traducción comentada y puesta en contexto (que JLL hace en su ensayo La intercesión chrística) de unos párrafos sobre el origen del mundo escritos en Contra las herejías por Ireneo de Lyon, un personaje que propagó y fundamentó la ideología salvacionista.

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Un nivel moral más alto

Poco a poco se va aclarando el escenario títere que nos plantea esta novela basura que se podría llamar abrahamismo: el escenario absurdo de tres de las religiones más importantes del planeta (jci). Y si a esta estafa manifiesta le añadimos la farsa que el Budismo desempeña con la «otra opción», nos encontramos con el término jcibu, o también dicho jcibuuuuuuuu, que descarga un montón. Es como un rito mágico donde aglutinas mucha mierda y te ríes de ella. Seguir leyendo Un nivel moral más alto

La belleza en Sodashi sabe a olivo

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¡La belleza en Sodashi sabe a tantas cosas! A mi me sabe a flamenco, a mis raíces, a mi tierra, repito, a mi TIERRA, esa que siento cuando escucho esta canción. Esa tierra con la que me siento cada vez más conectada, esa que ya responde a mis llamadas.

Curiosamente la canción habla de olivos y es que la tierra que vio mi amanecer es Martos (Jaén), mi pueblo rodeado de olivos, olivos,  olivos. Cierto que siempre odié el paisaje arcóntico del monocultivo marteño pero he logrado reconciliarme con el árbol que me vio nacer, ese con el que siempre tendré un vínculo especial. ¿Cuántas cosas contarían los olivos marteños, secretos intactos bajo las ramas pesadas, cargadas de aceitunas, semillas de elixir dorado? Secretos confesables y quizás otros no tanto.

El tono de esta canción y su sentimiento enlazan con las  sensaciones  que me acompañaron en mi despedida de Martos. Ahora es distinto, muy distinto.

Como dice la canción de Buika:
Hermosa era la tarde
Cuando entre los olivos,
Nadie vio como yo a ti te quise
Como te quiero
Hoy los olivos duermen Y yo no duermo

RG

https://www.youtube.com/watch?v=pgQBlPgdzY0

Un recuerdo de mujer

 

Prostituta sagrada

«Hace mucho tiempo, en Sumeria, en Mesopotamia, en Egipto y en Grecia, no existían burdeles ni prostíbulos. Existían en su lugar losTemplos de las Prostitutas Sagradas. En dichos templos, los hombres eran purificados y no mancillados, se restauraba la moralidad en lugar de profanarla, y la sexualidad no estaba pervertida, sino que era sagrada. Seguir leyendo Un recuerdo de mujer

El valor de la muerte

de Cold Mountain

La escena anterior pone de manifiesto la inutilidad de una muerte. El propio miedo a la muerte, el pensar que ese psicópata montado en su caballo puede cambiar de opinión y convertirse en una persona sensata (amante de la vida, respetuoso con las circunstancias personales, …) o cualquier otra inserción mental introducida y condicionada por esta cultura judeocristiana milenaria, éstas y otras cuestiones nos pueden dejar indefensos ante una situación como ésta. Seguir leyendo El valor de la muerte